cuento infaltil escrito por: Abraham Leanivis C. edad 9años
Había una vez un pececito llamado Carlos; un día nadaba con sus amigos por las aguas del Rio Orinoco, contentos jugaban por las raíces de los manglares; nadando mas allá de los limites que sus papas les pusieron, se encontraron con un bote muy grande y los amiguitos de Carlos huyeron muy asustados y solo quedo Carlos que era el pez más pequeño. Carlos con mucha curiosidad se acerco al bote y asomo su cabecita a través del agua y vio a un hombre con cara de mal humor que decía.
-Ya estoy cansado de esta basura, las personas que vienen a pasiar en sus botes tiran la basura al agua y la contaminan.
El hombre no se había dado cuenta que Carlos lo estaba escuchando atentamente, Carlos estaba asombrado con todo lo que escucho, de pronto el hombre voltio y se quedo mirando sorprendido al pececito y fue entonces cuando Carlos abrió su boca y dijo:
-¡Hola! ¿Cómo te llamas gran pez? el hombre muy sorprendido pensó que estaba alucinando.
-Carlos volvió a decir ¿Cómo te llamas? El hombre contento:
-Juan.
Y agachándose se puso a conversar con Carlos.
-dime pequeño ya que puedes hablar, dime como hacen ustedes los peces para sobrevivir aquí con tanta basura
Carlos le contesto: nuestros padres nos tienen prohibido en esta zona, yo jugaba con mis amigos y sin querer nos desviamos y llegamos acá, mis amiguitos se asustaron y se fueron, entonces te vi y pensé que eras un gran pez.
Juan se rio y dijo- jajajaja, ya quisiera yo ser un pez como tu, pero no me has contestado la pregunta.
-Carlos, sintiéndose un poco mareado le contestó: no se creo que acá no se puede vivir y por eso es que nuestros padres nos dicen que no nademos hacia este lugar. ¿Sabes? Juan creo que no me siento bien todo lo veo raro y me falta oxigeno.
Juan se preocupo y lleno un frasco de cristal con agua limpia y dulce, lo saco rápidamente del agua y lo coloco dentro, corrió a encender el motor del bote para poner a salvo a Carlos que ya cerraba sus ojos por el cansancio.
Juan le hablaba y decía: -pequeño no te mueras por favor yo te prometo que regresaras con tus padres y tus amigos y que luchare para que la gente no contamine más este hermoso rio-.
Carlos lentamente abrió sus ojitos y pregunto: -¿Dónde estoy? quiero ver a mi mamá, entonces Juan le dijo:- Ya la vas a ver amiguito ya estamos cerca-.
Cuando se acercaban al lugar seguro que Carlos le indicó a Juan; Juan vio una Luz muy brillante que venía del fondo del agua, tan brillante era que Juan se asustó y apago el motor del bote.
Entonces del agua salió una hermosa pez plateada con escamas de cristal sus aletas parecían mantos de seda que flotaban en el aire como en el agua. Juan con los ojos y la boca muy abierta quedo paralizado.
La hermosa pez le pregunto:- ¿Qué haces aquí hermano? , esta zona es la única que está libre de basura y contaminación, y no permitiré que dañes a mis hijos-.
Juan saliendo de su asombro se inclino y le dijo: No hermosa pez yo no quiero dañar tu ambiente, vine a traer a un amiguito que se perdió y llego a mi bote, se llama Carlos y es un pequeño pez muy inteligente que se sintió mal por el agua contaminada y lo traje a donde él me indico.
La hermosa pez se sintió muy triste y le dijo a Juan: dame a mi hijo, yo lo cuidare y te agradezco hermano lo que acabas de hacer, y por favor lleva este mensaje a todos los hermanos humanos.
Nuestra madre Naturaleza está muy enferma y triste por todo el maltrato al que la someten sus hijos humanos, no entienden que este es el único planeta que tenemos todos, y que debemos cuidar el agua que es la fuente de vida para los seres vivos, sin agua nada puede vivir, ni los arboles, ni plantas, ni flores, hortalizas, animales grandes y pequeños, ni siquiera los seres microscópicos, pues todos necesitamos de la fuente de oxigeno que es el agua. Nuestra madre naturaleza hace el mayor esfuerzo para mantener la vida y no la ayudan sus hijos humanos.
Juan con lágrimas en sus ojos y extendiendo su mano para entregar a Carlos en las aletas de su madre dijo:
-Hare todo lo posible para que no echen más basura aquí en el Orinoco, llevare tu mensaje por todo el país, yo tengo un niño que es mi amigo y escribe cuentos, le pediré que relate esta historia para que la conozcan todos.
La hermosa pez tomo a Carlos y con una gran sonrisa se despidió de Juan, segura de que el cumpliría con el encargo, se sumergió en las limpias aguas del sector secreto del Orinoco.
Juan con el corazón lleno de amor por el pececito Carlos, se alejo pensando que la naturaleza es maravillosa y el agua milagrosa.
Fin
El pececito Carlos por: Abraham Leanivis C.
Nota: Este cuento fue el ganador del cuento del agua de la escuela Bolivariana de Garabato
y participo a nivel nacional en HIDROCAPITAL
Escuela Bolivariana Concentración garabato-San Pedro de los Altos
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